Desde el primer acorde, Santa Rosa demostró por qué es uno de los más grandes exponentes de la salsa en todo el mundo. Con su voz melodiosa y su habilidad para conectar con el público, el salsero mantuvo a todos de pie, bailando y cantando cada una de sus canciones. Los clásicos que lo han catapultado a la fama resonaron fuerte: “Que alguien me diga”, “Perdóname” y “Conteo regresivo” fueron solo algunos de los temas que hicieron vibrar las almas salseras presentes.
El artista no solo brilló con su música, sino también con su carisma y estilo impecable sobre el escenario. Con cada movimiento y cada palabra, Gilberto reafirmó su título de “Caballero de la Salsa”, una distinción que no solo hace referencia a su música, sino también a su porte y elegancia.
Uno de los momentos más emotivos de la noche ocurrió cuando Gilberto, mencionó que un caballero del público se puso en contacto con él, para solicitarle que le dedicará una canción especial a su amada. Con la complicidad de Gilberto, el romántico gesto emocionó a todos los presentes en el lugar. El artista, siempre cercano y atento, dedicó uno de sus éxitos más románticos que aunque no estaba en su setlist oficial del tour creo un ambiente aún más íntimo y emotivo.
El concierto fue más que una presentación musical; fue una fiesta de salsa, baile y celebración. La magia de la música de Santa Rosa se fusionó con la calidez del público salvadoreño, creando una noche inolvidable.