• 12 noviembre, 2025 10:55 PM

OPINIÓN

Complicaciones de la Diabetes Mellitus.

Dr. William David Handal Villatoro.
Medicina Interna | Endocrinologia
Telefono de contacto: +503 6846 2876
Columnista El Informativo

La diabetes mellitus es mucho más que “tener azúcar alta”. Es una enfermedad crónica que, si no se controla bien, puede afectar poco a poco a distintos órganos del cuerpo, comprometiendo la calidad de vida del paciente. Las complicaciones de la diabetes no aparecen de un día para otro, incluso tardan años en desarrollarse. Con el tiempo y sin un adecuado tratamiento, pueden generar problemas serios en la vista, el cerebro, los ojos, riñones, los nervios, el corazón e incluso en el estado de ánimo.

 

En esta ocasión vamos a conocer las principales complicaciones de la diabetes, cómo se manifiestan y, sobre todo, por qué es tan importante detectarlas a tiempo.

 

1. Complicaciones que pueden aparecer de rápida.

Cetoacidosis diabética (CAD)

Imagina que el cuerpo no tiene suficiente insulina para usar el azúcar como fuente de energía. Entonces, empieza a “quemar” grasa, lo que genera sustancias llamadas cetonas. Si estas se acumulan demasiado, provocan una intoxicación que puede llevar a pérdida de conciencia e incluso la muerte si no se actúa rápidamente. Esto se llama cetoacidosis diabética, y es más común en personas con diabetes tipo 1. Muchos de los síntomas asociados con esta complicación incluyen sed insaciable, muchas ganas de orinar, tanto de día como de noche, perdida repentina y descontrolada de peso y cansancio (falta de aire) que empeora con el tiempo. Este ultimo muchas veces es el motivo principal de consulta, por lo que es importante consultar con un especialista cuanto antes.

 

 

Estado hiperglucémico hiperosmolar (EHH)

En personas con diabetes tipo 2, especialmente mayores, puede ocurrir algo similar a la CAD: el azúcar en sangre sube tanto que el cuerpo se deshidrata gravemente. Este cuadro también puede afectar la conciencia y es muy peligroso si no se trata a tiempo. Los síntomas son similares a los de la CAD, lo que lo hace especialmente peligroso e importante consultar ante cualquier signo o síntoma de alarma.

 

2. Complicaciones que se desarrollan con el tiempo

La diabetes no controlada daña lentamente los vasos sanguíneos más pequeños del cuerpo. Esto afecta principalmente tres órganos: los ojos, los riñones y los nervios. Cada una de estas complicaciones tiene su nombre y fisiopatología propia.

 

2.1. Retinopatía diabética (daño en los ojos)

Con el tiempo, la diabetes puede afectar la retina, que es la parte del ojo que capta las imágenes. Esto se llama retinopatía diabética, y es una de las principales causas de ceguera en adultos. Al principio no da síntomas, por eso es tan importante hacerse exámenes oculares desde el momento que es diagnosticado con diabetes mellitus y posterior a esto al menos un chequeo anual.

 

2.2 Nefropatía diabética (daño en los riñones)

Los riñones también sufren con el exceso de azúcar. Filtran menos y en menor calidad, se inflaman, y si no se detecta a tiempo, puede llegar a una insuficiencia renal. Por eso los médicos suelen pedir análisis de orina para ver si hay proteínas (como la albúmina) que no deberían estar allí. Al igual que el chequeo anual oftalmológico, es importante incluir evaluaciones para verificar la buena salud renal en el paciente diabético.

 

2.3. Neuropatía diabética (daño en los nervios)

Este tipo de daño nervioso puede provocar desde dolor en las piernas o pies, hasta pérdida de sensibilidad, lo cual puede ser peligroso porque una persona podría no notar una herida o infección. También puede afectar el sistema digestivo, la presión arterial e incluso la función sexual.

 

3. Complicaciones que afectan al corazón y la circulación

La diabetes también daña los vasos sanguíneos grandes. Esto hace que aumente el riesgo de tener un infarto, un accidente cerebrovascular (ictus) o problemas en las piernas por mala circulación.

De hecho, las personas con diabetes tienen el doble (o más) de riesgo de sufrir problemas cardiovasculares, especialmente si también tienen presión alta, colesterol elevado o fuman.

 

4. El pie diabético

Un problema muy serio relacionado con la diabetes es el pie diabético. Aquí se combinan varios factores: mala circulación, daño nervioso (que hace que no se sientan las heridas), e infecciones. Muchas personas con diabetes desarrollan úlceras en los pies que pueden ser difíciles de curar, y en los casos más graves, pueden terminar en amputaciones. Si nota una herida o un uñero que no sana en su pie, es importante acudir a una clínica especializada en pie diabético. En nuestro país contamos con unidades enteras dedicadas al manejo el pie diabético.

La buena noticia es que muchas de estas complicaciones se pueden prevenir con controles médicos, higiene adecuada y un buen cuidado de los pies.

 

5. Otras complicaciones que quizás no conocías

Además de las ya mencionadas, hay otras consecuencias menos conocidas de la diabetes:

·       Problemas sexuales, especialmente disfunción eréctil en hombres y falta de deseo sexual en las mujeres.

·       Pérdida de audición por daño en los nervios o vasos del oído.

·       Cánceres más frecuentes, como el de hígado, colon o mama.

·       Depresión y ansiedad, que muchas veces están relacionadas con el estrés de vivir con una enfermedad crónica.

·       Problemas óseos y dentales, como mayor riesgo de fracturas o infecciones bucales.

 

Conclusión

 

La diabetes no controlada puede tener consecuencias serias, pero lo más importante es que muchas de estas complicaciones se pueden prevenir o retrasar. ¿Cómo? Con un estilo de vida saludable, controles médicos regulares, seguimiento del tratamiento y, sobre todo, con educación. Entender cómo funciona la enfermedad es el primer paso para vivir bien con ella.

La clave está en no dejar que la enfermedad tome el control: con buenos hábitos, apoyo médico y atención a los pequeños cambios en el cuerpo, es posible llevar una vida plena, activa y saludable.

 

Bibliografia

Verywell Health – Complicaciones de la diabetes

Times of India – Cómo la diabetes tipo 2 puede aumentar el riesgo de otras enfermedades

Medicina Práctica – Complicaciones crónicas de la diabetes:

Empendium – Capítulo sobre diabetes mellitus

Sanitas – Complicaciones más frecuentes

Ministerio de Salud de Colombia – Enfermedades asociadas

Hospital Vernaza – Complicaciones diversas de la diabetes

Cadena SER – Diabetes y salud mental

RESISTENCIA A LA INSULINA. EL INVASOR SILENCIOSO.

Dr. William David Handal Villatoro.
Medicina Interna | Endocrinologia
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Columnista El Informativo

¿Qué es la resistencia a la insulina y por qué debería importarnos?

Seguramente has escuchado hablar de la insulina, esa hormona que produce el páncreas y que ayuda a que la glucosa (el azúcar en la sangre) entre en las células para darles energía. Pero ¿qué pasa cuando el cuerpo no responde bien a la insulina? Eso se llama resistencia a la insulina, y aunque no siempre da síntomas al principio, puede convertirse en el primer paso de problemas mucho más serios, como la Diabetes Mellitus tipo 2, enfermedades del corazón, hígado graso o incluso algunos tipos de cáncer.

En otras palabras, la resistencia a la insulina es como si tu cuerpo empezara a ignorar las órdenes de la insulina. Al no hacerle caso, el páncreas intenta compensar produciendo más, pero llega un punto en que ya no puede más, y ahí empiezan los problemas.

¿Quiénes están en riesgo?
Esta condición no es rara. De hecho, afecta a millones de personas en todo el mundo, muchas veces sin que lo sepan. De hecho, en El Salvador esto afecta a mas de 2 millones de personas diagnosticadas, sin tomar en cuenta las personas que aun no tienen un diagnostico confirmado.
La resistencia a la insulina se presenta con más frecuencia en personas con sobrepeso u obesidad, especialmente si hay grasa acumulada en el abdomen, en quienes llevan una vida sedentaria, o tienen una dieta rica en azúcares, grasas y ultraprocesados. También puede haber un componente genético, y se observa cada vez más en jóvenes debido a estilos de vida cada vez mas sedentarios.

¿Cómo ocurre en el cuerpo?
Para entenderlo mejor, imaginemos que la insulina es como una llave que abre las puertas de las células para que entre la glucosa. Pero con el tiempo, si hay un exceso de azúcar, grasa o inflamación en el cuerpo, esas “cerraduras” se van dañando. Entonces, aunque haya mucha insulina, las puertas no se abren bien.

También influye lo que produce el tejido graso. El exceso de grasa, sobre todo en el abdomen, no es solo un tema estético: es un órgano activo que libera sustancias inflamatorias que empeoran la respuesta del cuerpo a la insulina.

¿Cómo se diagnostica?
El problema es que muchas veces la resistencia a la insulina no da señales claras. No duele, no molesta… pero está ahí, trabajando en silencio por muchos años sin que nos demos cuenta. Por eso es importante detectarla a tiempo.
En la práctica clínica se usan fórmulas accesibles, como el índice HOMA-IR, que calcula la resistencia a partir de análisis de sangre en ayunas. Otros índices, como el METS-IR, han demostrado ser muy útiles, incluso sin medir la insulina directamente. Hoy incluso se están desarrollando modelos basados en inteligencia artificial que pueden predecir esta condición usando datos de rutina o incluso dispositivos como relojes inteligentes. Por esto es importante acudir con un endocrinologo si crees que puedes padecer de resistencia a la insulina para un diagnostico mas preciso.

¿Qué consecuencias puede tener?
Aunque la resistencia a la insulina por sí sola no siempre genera síntomas visibles, con el tiempo puede provocar:
• Diabetes tipo 2, al agotar la capacidad del páncreas.
• Problemas de colesterol y triglicéridos, lo que aumenta el riesgo de padecer de enfermedades cardiovasculares (ej: Infarto agudo al miocardio, evento cerebrovascular isquemico, etc.).
• Hipertensión y daño en los vasos sanguíneos.
• Hígado graso, que puede evolucionar a fibrosis o cirrosis.
• En mujeres esta afectacion puede empeorar los sintomas del síndrome de ovario poliquístico.
• En personas mayores, se ha asociado con la pérdida de masa muscular importante conocida como sarcopenia.
También hay formas poco comunes, de origen genético, que pueden aparecer desde la infancia y que requieren seguimiento especializado.

¿Se puede prevenir o revertir?
¡Sí! Y esa es la buena noticia.
La primera línea de defensa es el estilo de vida. Cambiar la alimentación, moverse más y reducir el estrés puede hacer maravillas. Estas son algunas recomendaciones para lograr controlar la resistencia a la insulina:
• Bajar de peso, sobre todo si hay grasa abdominal. Esto puede ser especialmente dificil, por lo que es importante llevar este proceso de la mano de tu endocrinologo.
• Comer de forma más consciente: incluir frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y grasas saludables como las del aceite de oliva o el aguacate.
• Evitar el exceso de azúcar, bebidas azucaradas, productos ultraprocesados (como los “churros” y pan dulce) y frituras.
• Hacer ejercicio regularmente al menos 150 minutos por semana dividido en tres dias a la semana.
• Dormir bien y mantener horarios estables en las comidas.
En algunos casos, tu medico puede recomendar medicamentos como la metformina, que ayuda a mejorar la sensibilidad del cuerpo a la insulina.

Conclusión
La resistencia a la insulina es más común de lo que parece, pero muchas veces pasa desapercibida. La buena noticia es que es reversible si se detecta a tiempo. Cuidar lo que comemos, movernos más y prestar atención a nuestra salud metabólica no solo mejora nuestra energía diaria, sino que puede evitar enfermedades crónicas a largo plazo.

Si tienes antecedentes familiares de diabetes, sobrepeso o notas cambios en tu salud que te preocupan, consulta con un endocrinologo. A veces, un simple análisis puede darte la información que necesitas para empezar a cambiar tu historia.

Signos y síntomas tempranos de la diabetes tipo 2: lo que tu cuerpo quiere decirte.

Dr. William David Handal Villatoro.
Medicina Interna | Endocrinologia
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Columnista El Informativo

La diabetes tipo 2 muchas veces avanza en silencio. No da señales escandalosas, pero deja pistas. Algunas son tan sutiles que es fácil pasarlas por alto o atribuirlas al estrés, la edad o simplemente al ritmo de vida, especialmente en nuestro país donde la vida se mueve a pasos agigantados. Lo bueno es que, si escuchamos con atención, el cuerpo nos habla. Reconocer esos primeros avisos puede marcar la diferencia entre una vida saludable y una llena de complicaciones, ya que estos signos tempranos pueden permanecer por muchos años antes de manifestarse en complicaciones que con el tiempo se vuelven irreversibles.

1. ¿Orinas más de lo normal?

Uno de los signos más comunes —y que mucha gente no asocia con la diabetes— es la necesidad constante de orinar. Si vas al baño más veces de lo habitual, sobre todo en la noche, tu cuerpo podría estar intentando deshacerse del exceso de glucosa a través de la orina. Es como si los riñones trabajaran horas extra para limpiar la sangre. Esto con el tiempo puede llegar a “cansarlos” y terminar causándoles falla renal. Es por eso que es común ver muchos pacientes diabéticos en áreas de diálisis peritoneal y hemodiálisis en nuestro país.

2. Sed que no se quita con nada

La deshidratación es una consecuencia directa de orinar tanto. Por eso, muchas personas con diabetes temprana sienten una sed intensa, incluso después de haber bebido agua. Este síntoma puede ser un poco confuso en nuestro contexto, ya que vivimos en un país caluroso. Es muy común que nuestros pacientes asocien la ingesta de mucha agua con el exceso de calor. Pero la pista general es la misma: si tomas agua de una manera “desesperada” a pesar de una hidratación abundante, es hora de consultar ya que esto se vuelve un ciclo agotador: bebes más, orinas más, y vuelves a tener sed.

3. Hambre incontrolable, aunque comas

Otro síntoma muy común es el hambre constante. Y no se trata de antojos, sino de una sensación real de que no has comido lo suficiente, aunque acabes de hacerlo. ¿Por qué pasa? Porque el cuerpo no puede usar bien la glucosa y piensa que necesita más comida para convertir en azúcar, que al final utiliza como combustible para generar energía.

4. Pierdes peso sin querer

Irónicamente, a pesar de tener más apetito, algunas personas con diabetes tipo 2 pierden peso sin proponérselo. Cuando las células no reciben suficiente energía, el cuerpo recurre a la grasa y al músculo como fuente de energía. Así es como se empieza a bajar de peso de forma inesperada.

5. Te sientes agotado sin razón

¿Sientes que te falta energía para todo? ¿Te cansas fácilmente, aunque duermas bien? Esa sensación de fatiga es una señal muy común de que la glucosa no está entrando en tus células como debería. Y sin energía, el cuerpo simplemente se apaga.

6. Todo se ve borroso

Los niveles altos de azúcar en sangre afectan los líquidos de los ojos, lo que puede alterar tu visión. Muchas personas notan que las letras se ven borrosas o que tienen que forzar la vista más de lo normal. Lo curioso es que, al tratar la diabetes, esta visión borrosa muchas veces desaparece con el tiempo.

7. Tus heridas tardan en sanar

¿Te cortaste o te raspaste y la herida tarda más de lo normal en cerrarse? La diabetes avanzada y mal controlada afecta la circulación y la capacidad del cuerpo para regenerarse. También puede hacer que las infecciones sean más frecuentes, especialmente en la piel o zonas íntimas.

8. Hormigueo o entumecimiento

Sentir “alfileres” en las manos o los pies, como si se te durmieran, puede ser un aviso temprano de daño a los nervios. A esto se le llama neuropatía diabética, y aunque suele asociarse a etapas más avanzadas, a veces aparece desde el inicio.

9. Manchas oscuras en la piel

Una señal visible es la aparición de zonas más oscuras y aterciopeladas en pliegues del cuerpo, como el cuello, las axilas o la ingle. Esto se conoce como acantosis nigricans y suele estar relacionado con niveles altos de insulina en sangre.

10. Piel seca y boca reseca

La constante pérdida de líquidos puede provocar sequedad en la piel, picazón y una sensación de boca seca todo el día. En algunos casos, incluso puede generar grietas o molestias al hablar o comer.

11. Cambios en tu estado de ánimo

La diabetes no solo afecta al cuerpo: también puede hacerte sentir más irritable, ansioso o incluso deprimido. A veces, estos cambios emocionales son una consecuencia directa de los niveles alterados de glucosa.

¿Y ahora qué?

Si te has sentido identificado con varios de estos síntomas, no entres en pánico, pero tampoco lo ignores. La diabetes tipo 2 no aparece de un día para otro. Generalmente, pasa por una etapa previa llamada prediabetes que puede durar muchos años, donde ya hay alteraciones, pero aún es posible revertir el curso.

Una simple prueba de sangre —como la glucosa en ayunas o la hemoglobina A1c— puede darte claridad. Si tienes antecedentes familiares, sobrepeso o llevas una vida sedentaria, ¡es aún más importante prestar atención y consultar con un especialista lo antes posible!

Escucha tu cuerpo

La buena noticia es que la diabetes tipo 2 puede controlarse —y muchas veces prevenirse— con hábitos saludables: comer bien, moverse más, dormir lo suficiente y mantener el estrés a raya. Pero para todo eso, el primer paso es saber que algo está pasando.

Tu cuerpo te habla. Solo tienes que escucharlo.

El encuentro inédito… ¿y ahora?

Lic . Edwin Góngora
Columnista El Informativo

Aún hay sucesos que logran sorprendernos.

Prueba de ello fue lo ocurrido el pasado 28 de febrero en la Casa Blanca, durante la reunión entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ucraniano, Volodymyr Zelensky.

El propósito oficial del encuentro era la firma de un acuerdo que permitiría a Estados Unidos participar en la explotación de los valiosos minerales de Ucrania, además de reforzar los esfuerzos para poner fin a la guerra con Rusia. Sin embargo, lo que sucedió en la reunión dejó atónitos a todos, especialmente a la prensa que cubre habitualmente al presidente estadounidense.

Desde su llegada, Zelensky llamó la atención. No vestía saco, lo que generó un gesto de desconcierto en Trump. Ese detalle fue solo el primer indicio de que la reunión no transcurriría con la formalidad esperada.

La conversación comenzó en términos normales hasta que el vicepresidente estadounidense, James Vance, formuló una pregunta incómoda. Zelensky, visiblemente tenso, respondió con firmeza. A partir de ese momento, el diálogo se transformó en un cruce de declaraciones directas y, por momentos, ásperas.

—Estados Unidos ha apoyado a Ucrania con cifras millonarias. ¿Cómo planea su gobierno garantizar resultados? —cuestionó el vicepresidente.

—Ucrania no es quien debe demostrar compromiso. Rusia es la agresora, y esperamos que sus aliados mantengan la presión —respondió Zelensky, sin ocultar su incomodidad.

Las tensiones aumentaron. Trump, fiel a su estilo, dejó entrever su postura.

—¿Por qué habríamos de presionar más a Rusia si la guerra parece no tener fin? —dijo con tono desafiante.

Zelensky frunció el ceño y replicó:

—Si no se presiona a Rusia, mañana el problema no será solo de Ucrania, sino del mundo entero.

En medio de este intercambio, un gesto de la embajadora de Ucrania en Estados Unidos, Oksana Markarova, no pasó desapercibido. Al llevarse las manos a la frente y luego a los ojos, dejó entrever su tensión. Su expresión reflejaba la compleja realidad geopolítica en juego.

¿Está cambiando la estrategia de Estados Unidos? ¿Conviene más presionar a Ucrania en lugar de a Rusia? ¿Cómo reaccionará Europa ante este posible giro?

Este encuentro, sin precedentes en su tono y sus implicaciones, deja muchas interrogantes abiertas. La guerra sigue, pero el tablero diplomático parece moverse en una dirección incierta.

El cierre de la reunión fue muy propio de Trump, quien, con una sonrisa, sentenció:

—Esto va a ser excelente para la televisión.

¡Que no te enganchen!

Lic . Edwin Góngora
Columnista El Informativo

Es increíble, asombroso, pero sobre todo preocupante que, cada día, más personas renuncian a su humanidad, autodefiniéndose como algo que no son. Basta con revisar redes sociales para encontrar casos de hombres, mujeres, jóvenes y adultos que han modificado sus cuerpos en un intento de convertirse en lo que dicen sentir, aunque la realidad nunca cambiará.

Uno de los casos más frecuentes es el de hombres que creen ser mujeres y viceversa. Aún más preocupante es ver cómo, desde la infancia, algunos niños son inducidos por sus propios familiares a asumir una identidad que jamás podrán tener de manera natural. Disfrazarse, operarse y cambiar su apariencia puede hacer que se sientan más cercanos a lo que imaginan ser, pero eso no los convierte en ello.

En algún momento de la vida, todos nos hemos preguntado: ¿Quién soy? ¿Para qué estoy aquí? ¿Cuál es mi propósito? Estas son preguntas fundamentales para nuestro desarrollo, pero para encontrar las respuestas correctas, necesitamos una guía clara, ejemplos que refuercen nuestra identidad y principios que nos orienten. Lamentablemente, esta generación carece de referentes sólidos que les ayuden a encontrar respuestas firmes y verdaderas.

No deja de sorprenderme ver a un hombre que se cree mujer enseñando a caminar, vestirse y maquillarse a una mujer real. O a una mujer que se cree hombre hablando sobre dolores testiculares y explicando la masculinidad, cuando eso jamás será parte de su realidad biológica.

La identidad es el conjunto de rasgos que definen a un individuo o a un grupo. Es un sistema de valores y símbolos que nos permite enfrentar la vida con claridad. En otras palabras, nuestra identidad no se basa en lo que sentimos o creemos, sino en lo que realmente somos.

Es triste ver en las calles personas con falsas identidades, convenciéndose de que son gatos, perros, caballos o incluso robots. Detrás de estas confusiones emocionales, no podemos descartar que también haya ataques espirituales. 

No es normal que alguien pierda todo sentido del pudor y exhiba públicamente lo que debería ser reservado. Algo más profundo y oscuro puede estar influyendo en sus decisiones.

Dios no crea cosas torcidas ni erróneas. La verdad es que hemos sido creados a Su imagen y semejanza (Génesis 1:27). Además, Su Palabra nos recuerda que “Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).

Sin embargo, cientos de personas aseguran haber nacido en cuerpos equivocados, convencidos de que su verdadera identidad no es la que su cuerpo refleja. Prefieren dar más valor a creencias filosóficas o a palabras de personas no capacitadas para definir quiénes son, en lugar de aceptar la verdad.

Eres un hombre o una mujer con un propósito especial, diseñado por Dios. ¡No te dejes engañar! Sigue lo correcto y no prestes oídos a voces que solo quieren sembrar confusión.

 

Días de Mujer.

Lic . Edwin Góngora
Columnista El Informativo

Ser padre de una niña, de una mujercita, es una experiencia única. Para los hombres, esto nos abre a muchas realidades con las que aprendemos y nos educamos. Sin duda, nos hace romper paradigmas con los que fuimos criados.

Criar y atender a una niña desde su nacimiento requiere algo distinto. No se trata de marcar diferencias con los varones ni de sugerir superioridad o inferioridad. Nada que ver. Simplemente, la relación con una hija despierta emociones particulares en los padres: ternura, protección, cuidado. No es un tema ideológico ni de género, es algo natural.

Sin embargo, quiero enfocarme en otro punto: muchas mujeres son exigidas desde que nacen y a lo largo de su vida. Aunque en teoría se educa a niños y niñas con principios igualitarios, en la práctica, a ellas se les demanda más.

Desde pequeñas asumen responsabilidades en el hogar, en el estudio, en sus relaciones y en la sociedad. Los sueños y aspiraciones no deben tener distinción de género, pero siempre es necesario acompañarlos con supervisión y orientación hasta alcanzar la madurez emocional.

En este aspecto, las niñas llevan ventaja sobre los varones. 

Expertos aseguran que maduran hasta tres años antes que ellos. Su sentido de responsabilidad es más evidente y su desarrollo, aunque distinto, les otorga instintos y fortalezas únicas.

Las mujeres han ganado espacio en múltiples áreas, logrando oportunidades en oficios, carreras y actividades que antes eran exclusivas de los hombres. No se trata solo de demostrar que pueden hacerlo, porque claro que pueden. Más bien, debemos reconocer que hombres y mujeres fuimos creados distintos y con propósitos diferentes.

Lamentablemente, la irresponsabilidad de muchos hombres, su ausencia, el maltrato y el machismo han obligado a la mujer a asumir roles que no le correspondían originalmente. Se convirtió en cabeza de familia, en sostén del hogar, en educadora y formadora de generaciones. Lo hizo porque no había otra opción. Como dice el dicho: “La irresponsabilidad de unos es la oportunidad de otros”.

Las mujeres han criado solas, educado, trabajado y sacado adelante a sus familias. Incluso, como abuelas, han extendido su esfuerzo más allá de una generación. Sus derechos son innegables, sin importar su color de piel, estatura, creencias políticas o religiosas. 

La historia nos recuerda cómo, incluso en tiempos difíciles, mujeres con talentos ocultos han sido clave en el desarrollo de la humanidad, desde la ciencia hasta la educación y la política.

Mi madre es un ejemplo de ello. Durante más de 25 años trabajó como enfermera auxiliar, criando a tres hijos mientras enfrentaba la batalla contra el alcoholismo de su esposo. Como ella, millones de mujeres han superado obstáculos con esfuerzo, sacrificio y un valor que, sin duda, proviene de Dios. No hay otra explicación.

La mujer nunca será igual al hombre. No se puede. 

Pero la igualdad de derechos y oportunidades es justa y necesaria. Que una mujer reciba lo mismo que un hombre por la misma actividad y responsabilidad no es un favor, es lo correcto.

La mujer será siempre mujer, aunque algunas intenten negar su esencia. Muchas podrán renunciar a la maternidad, un don maravilloso de dar vida, pero su identidad siempre estará ligada a un valor natural que la vida misma les ha dado y del que nunca podrán desligarse.


Hoy y siempre, ¡honor a las mujeres! ¡Vivan las mujeres!


Nuestra confianza.

Lic . Edwin Góngora
Columnista El Informativo

El ascenso de Donald Trump como presidente número 47 de los Estados Unidos ha generado grandes expectativas en torno a la implementación de diversas medidas que, según muchos, afectarán a la población inmigrante que ingresó ilegalmente al país y a quienes intenten hacerlo a partir del 20 de enero.

La incertidumbre ha invadido a miles de latinos que residen en Estados Unidos sin contar con documentos legales que respalden su estadía. Entre los afectados por estas políticas se encuentra un considerable número de salvadoreños, hondureños, nicaragüenses, haitianos, venezolanos y mexicanos. De hecho, uno de los programas promovidos por Trump lleva por nombre “Quédate en México”, el cual insta a los migrantes a permanecer en su país de origen en lugar de cruzar la frontera.

El despliegue militar en la zona sur de la frontera y la reanudación de la construcción del muro fronterizo son parte de estas medidas.

La migración es un fenómeno histórico, inicio de nuevos comienzos para muchas personas que, en sus países de origen, no encontraron oportunidades de desarrollo por diversas razones. Pero frente a este panorama, cabe preguntarse: ¿En quién hemos confiado?

No se trata solo de un enfoque religioso, sino de analizarlo desde todas las perspectivas. Sin embargo, debemos recordar que nuestra confianza viene de Dios. Esa fe no debe ser estática, sino impulsarnos a generar cambios y resultados en nuestra vida.

Números 23:19 dice: “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta.” Él ha demostrado su fidelidad a lo largo de la historia. Liberó a su pueblo de la esclavitud egipcia y utilizó a un soñador fiel y honesto, José, para cumplir un propósito mayor. Aunque las circunstancias parecían adversas, Dios escribió su destino y lo convirtió en líder, mostrándole a su familia que Él siempre cumple sus promesas.

En Juan 11:40 leemos: “Si crees, verás la gloria de Dios.” En medio de decisiones duras, Él sigue acompañando a quienes confían en su poder.

¿Cuántas veces hemos creído que nuestras decisiones son correctas, pero solo hemos complicado las cosas? A menudo actuamos guiados por sentimientos, sin buscar su guía. Sin embargo, Jeremías 29:11 nos recuerda: “Porque yo sé los planes que tengo para vosotros —declara el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza.”

Pasaremos procesos y desafíos, pero Él no nos abandonará. Confíe, crea y permita que sus planes se cumplan conforme a Su voluntad.

Los hombres pueden decir y hacer, emitir decretos y leyes, pero al final será su decisión. No será lo que queramos, sino lo que tiene previsto.

Como dijo Aristóteles: “La esperanza es el sueño del hombre despierto.” Y Martin Luther King Jr. señaló: “Debemos aceptar la decepción finita, pero nunca perder la esperanza infinita.”

Aunque las circunstancias parezcan sombrías, no es con nuestras fuerzas que enfrentamos los retos, sino con la fortaleza del Dios en quien hemos confiado.

Cautiverio: Por elección o imposición.

Lic . Edwin Góngora
Columnista El Informativo

El 21 de febrero se cumplirán 22 años desde que la excandidata a la presidencia de Colombia, Ingrid Betancourt, fue secuestrada por guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Betancourt vivió 6 años y 5 meses de un cautiverio despiadado, enfrentando la incertidumbre de cada hora y cada día, sin saber si saldría con vida.

En su libro Cartas a mamá desde el infierno, Ingrid relata lo que significó sobrevivir en las entrañas de la selva colombiana, donde la privación de libertad, la violencia y el sufrimiento marcaron su existencia. 

El secuestro es un tipo de cautiverio forzado, en el que una persona es privada de su libertad mediante amenazas, engaños o fuerza bruta. En el caso de Ingrid, su cautiverio no fue una elección, sino una imposición. Sin embargo, no todos los cautiverios son impuestos. Muchas personas eligen voluntariamente vivir como prisioneras de sus propios vicios, miedos o depresiones. Este tipo de cautiverio, aunque invisible, es igual de opresivo. 

Mientras que unos, como Ingrid, enfrentan la pérdida de su libertad por causas externas, otros la entregan sin resistencia, atrapados en cadenas internas que ellos mismos forjan.

En las Escrituras, también encontramos relatos de cautiverios que reflejan estas realidades. 

José, vendido como esclavo por sus propios hermanos, fue llevado a Egipto donde vivió años de sufrimiento injusto (Génesis 37). Sin embargo, en medio de su aflicción, mantuvo su fe y fue exaltado por Dios como gobernador.

Otro ejemplo es el del profeta Daniel, quien junto con el pueblo de Israel fue llevado cautivo a Babilonia. Daniel no solo enfrentó la pérdida de su patria, sino que también vivió bajo presión para abandonar su fe. 

A pesar de ello, perseveró y fue testigo de cómo Dios le dio sabiduría y favor ante los reyes babilonios (Daniel 1-6).

El cautiverio, ya sea impuesto o elegido, pone a prueba el carácter humano. 

Ingrid Betancourt, logró transformar su experiencia en un testimonio de resistencia y fortaleza. Al igual que José y Daniel, sus historias nos recuerdan que incluso en las peores circunstancias, hay esperanza de libertad.

Hoy, reflexionemos: ¿Qué tipo de cautiverio vives? ¿Es impuesto por las circunstancias o elegido por ti mismo? 

La verdadera libertad no depende únicamente del entorno, sino de la persona que decides ser dentro de él. 

Ingrid relata en su libro cómo, en muchas ocasiones, llegó a pensar que la muerte parecía casi una dulce escapatoria. Agotada de sufrir día tras día y de repetirse mentiras, creyendo que su cautiverio terminaría pronto, la realidad la golpeaba: nada cambiaba. Los días eran iguales o, en el peor de los casos, aún más difíciles que el anterior.

Ingrid Betancourt fue liberada en julio de 2008 y mientras estuvo cautiva, el amor a su madre e hijos y su fe que lo plasma en sus cartas la mantuvo hasta el último momento.

Porque incluso en la mayor oscuridad, siempre existe la posibilidad de caminar hacia la luz.